Hola mis queridos lectores, como habrán leído el título de este escrito, les voy a platicar de algo no tan simpático que me pasó el día de ayer.
Empezó el día como cualquier otro; El clima de aquí me encanta, es fresco sin ser muy frío, y bueno, ya saben ¿no? Te levantas contento, abres tu ventana y ves el amanecer. Los pájaros cantan y... de pronto percibo un olor muy pero muy desagradable. Por un momento pensé que se trataba de algún animal que se había muerto dentro del departamento, así que buena mujer valiente, me armé con una escoba y empecé a buscar sigilosamente por los rincones del departamento, pero no vi nada.
Después de un buen rato de darle vueltas al asunto, descarté la posibilidad de que se tratara de algún animal. Me dispuse entonces a abrir las ventanas para que se fuera el mal olor, y como me acaba de levantar, ya se imaginarán el hambre que tenía, así que abrí el refrigerador y... descubrí de la fuente del mal olor.
El refrigerador se había descompuesto, y junto con él, gran parte de mi despensa. Como ya he platicado anteriormente, soy una estudiante foránea, y esta clase de cosas muchas veces me hacen caer en la desesperación, primeramente porque debo ser una muy buena administradora de mis recursos.
La verdad me disgusté mucho por lo del refrigerador, así que le pedí a mi novio que si me podía hacer favor de hablarle a un técnico, y así hizo.
Al paso de unas horas llegó el técnico y puso manos a la obra. Se tardó menos de dos horas en arreglar mi refrigerador, y a la hora de hablar del pago, me quedé espantada, era mucho más de lo que esperaba. Me dio mucha pena decir que no contaba con esa cantidad, y entonces intervino mi novio, quien generosamente me prestó la cantidad ,la verdad no sé que haría sin su apoyo incondicional.
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