Buen día mis lectores, como bien dice el título, les comento que el clima en Guadalajara está pero bastante caluroso, tanto, que si yo fuera un delicioso helado de chocolaye bañado en jarabe y chispitas de más chocolate, me derretiría en segundos; Yo en lo particular aguanto mucho el calor, es más, de donde vengo solemos estar a unos "agradables" 35 grados, allá eso es normal, aunque todos se quejan de que "uuuufff que calor" nadie se muere.
Ahora, quisiera contarles una anécdota con este tema del calor. Ya que volvimos a clases y demás (nuevo inicio de cuatri) nunca habíamos deseado tanto con mis compañeros tener clase de animación, y bueno, de seguro se preguntarán el por qué, y es simple, es de los pocos salones con aireacondicionado. Y bueno, la anécdota no es precisamente de nuestro fresco salón de animación, sino del caluroso cuarto que me corresponde en el departamento.
Érase una vez, una animadora digital que regresaba de clases cuando de repente llegó al infierno, osease, a su departamento. Ya saliendo del formato tipo cuento, les sigo contando que ese día, después de un abrumador día, de caminar unos minutos bajo los intensos rayos del Sol, llegué a mi destino, mi pequeño y muy bochornoso departamento. No suelo quejarme del calor, porque por lo menos el aire es fresco, y la ventaja del departamento es que está en el tercer piso (sí chicos, subo bastantes escaleras) por lo que recibe buenas ráfagas de viento, pero precisamente ese día, que hacía un calor a más no poder, el viento se ausentó. Ni una mugre brisa. Éramos yo y mi cuarto-sauna.
Llegó la noche y el departamento no se enfriaba ni un poco. Pronto sentí como mi piel se empezó a pegar al colchón, ustedes saben, esa sensación odiosa de sentirse como pegajosos. Empecé a irritarme aún más cuando hizo acto de presencia un mosquito al que no pude matar porque el desgraciado cada que fallaba en mis "aplausos asesinos" con la brisa que hacían mis palmas al chocar, pues salía propulsado.
"Debí comprar un ventilador" mi último pensamiento antes de dormir, y a los pocos minutos abrí los ojos nuevamente por la alarma, osea, no dormí nada, ya se imaginarán mi humor todo ese día, pero esa es otra historia.
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