domingo, 19 de abril de 2015

Cuando las consecuencias no son suficientes.

Bendecido día mis lectores. El día de ayer di una reflexión con los jóvenes de mi iglesia; chicos entre 12 y 28 años de edad respectivamente. Les hablé de la juventud actual, una juventud que está cada vez más loca y que no mide las consecuencias de sus actos, ya que confían más en su inexperiencia que en los consejos de los demás.

Al iniciar con la reflexión, lancé una pregunta: ¿Qué porcentaje de falla tiene un condón? Basados en los datos actuales, la mayoría me dijo que el 1%, ya que se dice que los condones tienen una eficacia del 99%, osea, que si tienes relaciones 100 veces, sólo una podría quedar embarazada, ¿no? Claro que alteré ese resultado diciéndoles que las estadísticas nunca tomaron en cuenta a todas aquellas mujeres que quedaron embarazadas y abortaron, por lo cual el porcentaje de falla de un condón podría ser aproximadamente del 35%.

Está demás decir que la mayoría se quedó mudo, porque digo, no es lo mismo un embarazo, a 35 embarazos. Proseguí con el mensaje haciendo una pequeña dinámica, así que pedí que 3 valientes pasaran al frente, y al ver que nadie pasaba al frente, hice "dedocracia" (los elegí a la fuerza pues).

Ya seleccionadas las víctimas, les pedí que se subieran a una silla y que imaginariamente se pusieran un paracaídas. Entonces les dije que cuando yo contara hasta 3 se iban a lanzar del paracaídas imaginario. Empecé a contar, pero antes de decir 3, recalqué, que los paracaídas que llevaban puestos tenían una probabilidad de falla del 35%, osea que si eran 3, siguiendo las estadísticas, uno de ellos se iba a matar, por lo cual mis seleccionados dudaron en saltar.



Con ese ejemplo, puse a reflexionar a los jóvenes acerca de las consecuencias de nuestras malas decisiones, y si bien mucho de nosotros no aprende de sus errores y los sigue cometiendo, habrá un momento en nuestras vidas donde una mala decisión ya no tendrá vuelta atrás.

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